Primera tormenta de la temporada. Me gusta ese olor a tierra mojada, a ozono que limpia la atmósfera y alivia el calor.
Ahora mismo veo por la ventana de mi habitación como se mueven los árboles con la suave brisa que ha dejado detrás la tormenta aún no apagada del todo y se nota un fresco agradable que permite respirar mejor.
Son estos días melancólicos en mitad del tórrido y festivo verano los que me hacen pensar más en el paso del tiempo, la señal de que todo cambia y todo sigue igual, que la vida es sinuosa y ondulante, y no quebradiza y con aristas. Después de la tormenta viene la calma, hasta la próxima tormenta, y los que están arriba estarán abajo, y los que estamos abajo estaremos arriba.
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