Cuando ya vamos cuesta abajo por el camino de la vida, es cuando miramos hacia atrás y los recuerdos nos atraen. Desde aquel rayo de luz por la ventana han sido muchos los días, meses, años pasados. He jugado de niño, he estudiado, he trabajado,hasta he llegado a enamorarme, he tenido momentos felices y momentos tristes. No ha sido una vida con grandes aventuras o grandes emociones, ha sido una vida como tantas otras, quizá ha carecido de alguna cosa esencial que haría que en este momento no estuviera escribiendo esto, sino en algún otro sitio más interesante.
Ese es el meollo del asunto. ¿En que momento decidí encerrarme en mí mismo? ¿Porqué no encuentro el aliciente para cambiar ese encierro?
En mi trabajo aprendí a tratar con la gente, y me gusta. Por ese motivo me apunté al club de lectura. Echaba de menos ese contacto. Pero aún así, me parece que no es suficiente, aún me cuesta abrirme, aún me queda el miedo a ser rechazado. Miedo que, después de todo lo vivido, ya tenía que haber desaparecido.
Es verdad que en la parte social está casi superado. La asignatura que aún tengo pendiente se refiere a la parte sentimental. He dicho que me he enamorado, varias veces, pero nunca he sido correspondido. Hace un tiempo que me dije a mí mismo que me retiraba del juego, pero es la espinita que me ha quedado, y lo único que echo de menos.
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