Para algunos el verano es, sobre todo, calor. Esa sensación de abatimiento y dejadez que nos abate, dejandonos sin fuerzas ni ánimos para nada.
Sesteamos como las lagartijas, inmóviles bajo la piedra que nos cobija con su sombra. Buscando el aire fresco que nos quite el ahogo. Solo pedímos un poco de agua fresca que nos alivie. ¿Que hacer? Pues poner el aire acondicionado.
En ese momento llegan los estornudos, la nariz empieza a gotear, te pican los ojos y te duelen los oidos y la garganta.
¡Odio el verano!
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