domingo, 1 de septiembre de 2013

DOMINGOS EN BLANCO Y NEGRO

Eran los tiempos en que solo había dos canales. y pasamos los domigos viendo la televisión.

Al acabar El Virginiano a eso de las cinco de la tarde hasta que empezaba el partido a las nueve, habia cuatro horas de Siempre en Domingo, un magacine o cajón de sastre donde cabía de todo, desde entrevistas, actuaciones musicales, concursos, y secciones como la parapsicología de Jimenez del Oso o la grafologia de Mauricio Xandró.

En ese programa vimos por primera vez a una joven presentadora llamada Paloma San Basilio. Y el responsable de todo eso era un tal Manuel Martín Ferrand, recientemente fallecido.

Fué el primero de los magacines dominicales, después vendrían Todo en Domingo Con Juan António Fernandez Abajo y más tarde el Fantástico de Jose María Iñigo, el único de los tres que queda.

 

2 comentarios:

  1. Claro Pepe que tenías la opción de hacer Zapping eso si sin mando a distancia y pasar a la dos en la cual recuerdo de crio ver "El hombre del Rifle".Claro que en aquella época no todos teníamos TV en mi pueblo y había que ir al bar dónde nos juntábamos varias generaciones mezclados entre el humo de los cigarrillos "ideales"habilmente liados,los farias y las voces de los más exaltados que echaban un órdago a la grande u otros que cantaban jotas y hasta las cuarenta,puedo asegurarte que oirles cantar era más agradable que la pequeña pantalla.Esas eran nuestras tardes de domingo cuando el frío prohibia salir a la calle.
    Saludos
    Salvador

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    1. Por aquella época yo tendría 11 ó 12 años si nó menos. Es verdad que, de vez en cuando salíamos la famila a pasear, pero como mi padre trabajaba de turno, eran días muy especiales. Por otras circunstancias, que ahora no vienen al caso, el sofá, la televisión y el parchís llenaban mis domingos.

      Poco después ingresé en un colegio interno sito en Carabanchel, y salía un fin de semana sí y otro no. Los domingos allí nos levantaban antes para ir a misa, teniamos un monopoly con el que algunos montaban una partida que duraba desde despues del desayuno hasta la hora de la cena. La televisión, en una sala comun dejé de verla porque habia tanto jaleo que no me enteraba de nada. Siempre que había partido se intentaba negociar con el guardés (un falangista, camisa vieja amigo de Jose Antonio) para que les dejaran acostarse más tarde de las nueve, hora oficial de acostarse. (A mí no me gusta el futbol)

      Como vés eran domingos, de mucho blanco y negro.

      P.D. Con el horario de verano, cuando a las nueve todavia era de día teniamos una hora de patio, y cuando acababa nos retirabamos formando al ritmo del Cara al Sol.

      Creo que no hace falta decir que estaba deseando irme a casa.

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