Agosto. Més de verbenas y festejos, cuando la canícula más aprieta y la ciudad cierra por vacaciones. Todo se paraliza y desaparecen los coches. Se oyen a las chicharras que con sus patas animan los campos solitarios quemados por el sol. El alegre chapoteo de los niños en las piscinas nos trasladan a la infancia y los estruendosos aparatos de feria rompen el silencio de la noche estrellada mientras aquellas parejas bailan pegadas en la pista.
Agosto. El més del estío que más evocaciones produce, estrellas fugaces surcan el cielo haciendo la competencia a los fuegos artificiales. Terrazas de bares donde fluyen las charlas, las risas y el amor. Cines al aire libre, donde el sonido se pierde entre los arboles.
Así es como lo recuerdo. ¿Seguirá siendo asi? o ¿lo fué alguna vez?
No hay comentarios:
Publicar un comentario