Para ello, nos sumerge en el ambiente de la época de forma que nos convertimos en espectadores de excepción.
Con una representación en paralelo entre la ceremonia de la boda, donde destaca la descroiipción de la familia real con ironía y sentido crítico, y la preparación del atentado. El escritor nos muestra los hechos sin tomar partido ni simpatizar con ninguna de las partes. Destaca, no obstante, una profunda critica al poder establecido, representado por el corrupto teniente Pedro Beltrán y el Ministro de Gobernación, el Conde de Romanones, apodado El Cojo. En contraste están los demás personajes procedentes de la clase baja.
En general, aparece un Madrid sucio y arrabalero, donde no existe ningún personaje agradable ni heroico. Montero Gonzalez usa un estilo cercano al esperpento de Valle Inclán, por lo que se puede decir que estamos ante una novela más costumbrista que histórica.
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