Gore Vidal nos relata la vida del emperador Juliano, con el mismo mimo que Robert Graves nos habló de Claudio y Magueritte Yourcenar de Adriano. Presentándonos unas supuestas memórias, Juliano nos cuenta su versión de los hechos.
Existen varias diferencias con respecto a las dos obras citadas:
La más importante, es la inclusión en el texto de las notas y comentarios de otros dos personajes:Prisco y Libiano, que sirven para mostrar otra visión distinta, aunque igual de subjetiva, a la versión del propio Juliano.
Otra diferencia, es la importancia que tiene en el texto, las ideas filosóficas y religiosas, muy importantes y decisivos en la historia del imperio y del mismo Juliano.
Para entender su pensamiento, debemos situarnos en la época del emperador Constantino, que legalizó la religión de los cristianos, y la convirtió en la oficial del imperio. Al ser legitimados, los que antes fueron perseguidos, toman el poder, y comienzan las diferencias sobre dogmas y maneras de entender el mensaje de Cristo. En esta situación, el joven Juliano empieza a preguntarse como es posible su to, el emperador Constáncio, considerado por muchos como un devoto cristiano, hubiera sido capaz de ordenar asesinar a su hermano, el padre de Juliano, cuando el cristianismo, en teoría, predicaba el amor y el perdón, y uno de sus mandamientos era el no mataras. Esta y otras contradicciones, le hacen volver hacia los dioses antiguos e intentar restaurar su culto.
La exposición de estas ideas en la primera parte, la hace interesante, aunque quizá, requiere del lector una atención especial a la hora de adentrarse en su lectura, pero le merecerá la pena.
Otro asunto distinto se refiere a la segunda y tercera partes, donde las batallas y la estrategia militar va cobrando más protagonismo, volviéndose la lectura más árida y espesa.
En definitiva. Estamos ante una obra interesante y que merece ser leída.
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