miércoles, 4 de diciembre de 2013

GRACIAS POR LA MÚSICA

Cuando nos enteramos que ha fallecido un personaje famoso y popular (últimamente muchos) que nos cae especialmente bien, es como si perdieramos a alguien de la familia, o como mucho un amigo muy querido con el que hemos pasado buenos momentos.

Si ese amigo además nos ha hecho reir, jugar, bailar y animarnos las mañanas de los sabados convirtiendolas en una fiesta, con un pretexto, a primera vista tan serio, como escuchar un concierto de música clásica, divirtiendo a nuestros hijos y sobrinos y, ¿porque no decirlo? a nosotros mismos.

Ya le venía de familia a Fernando Argenta, pues su padre fué un famoso director de orquesta,Ataulfo Argenta, fallecido en un accidente de avión, y él después de unos comienzos más cercanos al rock en los 60 y 70 pasó a dar a conocer la música clásica al grán público con los Clásicos Populares de RNE. Pero fué con El Conciertazo cuando consiguió que los chavales conocieran a esos tipos que parecian tan serios llamados Bach, Mozart o Beethoven convirtiendo la sala de conciertos en un patio de recreo donde todo valía para disfrutar con la música.

Se podía ver a este señor con aspecto de profesor severo contando gracietas y haciendo payasada, mientras la orquesta tocaba la obertura de Guillermo Tell o la Marcha Radeszki.

Cuando llegó el momento de una jubilación forzosa, aparecieron otros programas como El Club de Pizzicato, pero ya no era lo mismo. Aquella alegria musical, donde la improvisación saltaba a la vista, fue sustituida por un programa ñoño y sin gracia, donde los presentadores se limitan a inerpretar a unos personajes que no consiguen acercarse a su público  

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