En esta época de internet, videojuegos y el boom de las series televisivas. Donde el libro de papel ha dado paso a leer en pantalla en los e-books y tabletas, se echa en falta algunas cosas del pasado. Una de ellas son los tebeos.
No me refiero a los comics ni a las novelas gráficas, sino a los tebeos de toda la vida. Aquellos que cada semana te esperaban en el quiosco, donde las llamaban "revista juvenil ilustrada". además del mítico TBO que les dio su nombre a todas ellas, estaban las valencianas Jaimito y Pumby. Pero sobre todo estaban las de la editorial Bruguera: Pulgacito, Tio Vivo, DDT a las que siguieron las más modernas Mortadelo o Zipi y Zape,encabezadas por estos famosos personajes.
Aparte de estas, que se dedicaban sobre todo a la parte humorística, existían unos cuadernillos apaisados en los que cada semana vivíamos aventuras emocionantes que el inevitable "continuará" hacía que esperaras el siguiente número con impaciencia.
Desde las aventuras medievales del Guerrero del Antifáz y el Capitán Trueno, la Hispania romana del Jabato, las historias policíacas de Roberto Alcazar y Pedrín o las Hazañas Bélicas con el sargento Gorila, todo tenía cabida en estos cuadernillos, que entre aventura y aventura te iban contando lo buenos que eran los héroes (españoles, por supuesto) y los malos que eran los villanos (chinos, rusos o árabes).
Desde hace una temporada, he conseguido hacerme con las series completas de algunos de estos tebeos, y después de ver las, algo repetitivas, aventuras de los Audaces Legionarios (el capitán Rey, el sargento Matamoros y el corneta Blasillo) ejemplo canónico de este tipo de historietas, me he encontrado con la grata sorpresa de conocer a un personaje del que había oído hablar , pero que nunca cayó en mis manos: El Cachorro.
De una calidad bastante buena para la época, este héroe nos traslada al Caribe de los piratas, a los que se enfrenta en una interminable cacería del gato y el ratón. Un grumete audaz y valeroso, que, sin respeto al escalafón llega a capitán de una nave de buenas a primeras por haberse enfrentado a temibles piratas como Baco, el Olonés, el famoso Morgan, o el vil y tramposo Quasimodo, unos villanos con protagonismo própio a lo largo de los más de 200 números de una colección trepidante y adictiva que merece ser rescatada del olvido.
miércoles, 27 de agosto de 2014
domingo, 17 de agosto de 2014
EVA de James Hadley Chase
Si hay un personaje arquetípico de la novela negra, no es el del detective o el gangster, sino el de la mujer fatal. Ella es la mayoría de las veces la que desencadena la trama. La que, en un segundo plano, maneja los hilos que mueven al supuesto protagonista.
James Hadley Chase retrató en su novela Eva a un personaje en el que podemos encontrar todas las características de la mujer fatal: Fría, calculadora, con un atractivo para los hombres que les lleva a la perdición.
Un escritor sin talento cae en las garras de Eva Marlow, una prostituta que lo trata con desdén. Por ella pierde la cabeza, y por ella abandonara su carrera, perderá su fortuna, y a su prometida Clara.
Ambientada en Los Ángeles y en el Hollywood de los años 1940, podría haber sido llevada al cine e interpetada por alguna de las grandes "femme fatale" de la época, como: Mary Astor, Rita Haywood, Verónika Lake, Barbara Stanwyck, Lana Turner, Virginia Mayo, Hedy Lamarr, Joan Crawford, Joan Bennett, Gene Tierney, Ava Gardner o la recientemente fallecida Lauren Bacall, Todas ellas mujeres de armas tomar.
Pero el argumento era demasiado sórdido para la época del Código Hays, y tuvo que ser Joseph Losey en su época de destierro Hollywodiense quien llevara esta historia a la pantalla en 1962 cambiando el escenario de Los Ángeles a Venecia, y dando el protagonismo a Jean Moureau.
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