Las novelas de John Le Carre nos muestran unos espías alejados del modelo James Bond.Los suyos no son héroes de acción que se enfrentan a grandes villanos que quieren dominar el mundo, sino burócratas de despacho que se enfrentan a otrso burócratas de despacho. Lo bueno viene cuando muchas veces el despacho de unos y otros es el mísmo.
En su última novela una verdad delicada, uno de esos burócratas, algo más honrado que la media intenta destapar el fracaso y consecuencias de una misión secreta auspiciada por un grupo conservador estadounidense (léase Tea Party), que acaba con la muerte de dos mujeres inocentes. Toda la trama, que tres personajes honrados quieren destapar, encuentra la oposición de esas fuerzas ocultas que están detrás de todo gobierno.
Un tema de rabiosa actualidad donde el protagonista: Tony Bell, podría llamarse igualmente Arman Assange o Edward Snowden, perseguidos como delincuentes por hacer saber al pueblo lo que sus dirigentes les ocultan.
Una historia corta pero vibrante, alejada del tono parsimonioso al que nos tienen acostumbrados. la única pega es que, después de llegar a la última página, parece que falta un capítulo más, o, al menos, un epílogo. Parece como si dejaran la historia en un impass preparando una segunda parte.
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